Éstas son las cosas sencillas de la vida que te transportan a la infancia más inocente. Sólo con revivirlas en la imaginación te dan un masaje mental que es casi un esfoliante para el cerebro. Aquí tenéis un ejemplo de un tipo que cuando llegó a los 18 siguió haciéndolo y claro está, se le nota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario